A finales del año 1939 el matrimonio formado por Dña. Victoria Mac- Kinlay y D. José María Escobar adquieren la casi totalidad de la ganadería brava de D. Graciliano Pérez Tabernero en Salamanca. Se la llevan a fincas arrendadas en la provincia de Madrid y a principio de 1940 compran esta finca situada en Sevilla, en Doñana, a la que llaman "Isla Mínima" por haberse quedado entre el viejo curso del Guadalquivir y el nuevo formado al hacer la "Corta de los Jerónimos" para que su curso sea mas ancho y recto y posibilitase la navegación desde Sanlúcar de Barrameda a Sevilla.
Tierras maravillosas, como bien decía el insigne poeta Villalón "Marismas del Guadalquivir, de dónde se fueron los moros que no se quisieron ir".
Siendo las marismas lugar idóneo en su día para la cría del toro bravo y de el caballo cartujano, D. José decide comprar 8 yeguas cartujanas y el caballo Ingenioso para desde ahí, formar la ganadería de caballos Españoles que hoy sigue pastando en ellas
La ganadería de toros bravos fue traída de Madrid a Salteras en tren, siendo ésta la primera vez en la historia que se traslada ganado bravo en este medio de transporte, allí la esperaban varias paradas de bueyes con sus mayorales de las ganaderías de D. Ángel Peralta, Concha y Sierra, Daniel de la Fuente, Pablo Romero y Moreno Santa María, a las que siempre agradeceremos su ayuda inestimable, para traerla a pié hasta la marisma donde ya ha cumplido más de 60 años de estancia.
De aquí salían las corridas de toros sin probar pienso alguno a todas las plazas debido a la altísima calidad de sus pastos, pero D. José María se dio cuenta de que
estas tierras arcillosas serían muy apropiadas para el cultivo del arroz y empezó en los años '60 a transformar parte de la finca para este cultivo.
Al ver que era lo ideal y como en esa época todo el trabajo se hacía a mano decidieron construir, con la ayuda del maestro de obras D. Baldomero Martínez Rojas, el "Poblado de San Lorenzo del Guadalquivir" para que albergara a los trabajadores fijos y eventuales que el cultivo demandaba, que llegaron a ser mas de 300 en su época álgida.
En éste como se puede ver, puso toda su imaginación y cariño como se puede ver, pues la gran ilusión de su vida era que la "Isla Mínima" se convirtiera en finca modelo. Otro de sus deseos era que éstas 300 personas que habitaran "El Poblado" vivieran en un sitio fuera de lo común en éstos parajes de Doñana.
En el poblado se encuentran el bar, escuela, Iglesia, jardines, aparte de una gran cantidad de casas habitables para familias numerosas. Pero con la modernización de las maquinarias, ahora trabajan aproximadamente el 10% de las personas que antes se necesitaban y la gente empezó a preferir el pueblo vecino de Puebla del Río como residencia y la finca Isla Mínima como lugar de trabajo.
Cal, Ocre, hierro forjado reinan en el cortijo de la finca Isla Mínima dónde se encuentra la plaza de tientas llamada por entendidos "La Pequeña Maestranza" y el patio de caballos a escasos metros de la orilla del río Guadalquivir.
Tras el fallecimiento de D. José María y Dña. Victoria, es su hija y nietos los que mantienen la explotación arrocera, del toro bravo y el caballo cartujano, así como actividades cinegéticas y turísticas conservando con dedicación esta Finca con el cariño que sus padres les inculcaron.